LA SOCIEDAD, EL SISTEMA MÉDICO Y LAS INDICACIONES TERAPÉUTICAS
Damián Pelizzari
Médico. Argentina
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Don Anselmo, con su diagnóstico, es perentorio que se haga la cirugía, de lo contrario puede sufrir graves complicaciones.
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¿ Si doctor ? Usted sabe que siempre le tuve mucho miedo a la cirugía. Eso que lo duerman a uno, lo abran y le hagan vaya uno a saber que cosa, no sé, la verdad que me da miedo, pero usted es el que manda. Siempre hice caso de lo que el médico me dijera, porque uno ¿qué puede saber de medicina? Mándeme nomás al cirujano, doctor.
Esta es la historia de Don Anselmo, un hombre que como muchos, deposita plena confianza en su renombrado médico, quien haciendo uso de sus conocimientos, las últimas informaciones y de los protocolos establecidos para cada "caso", motivado en su juramento Hipocrático, dirige la salud, la enfermedad y la vida de sus pacientes.
Afortunadamente para Don Anselmo, la cirugía fue un éxito, "barrimos con el problema", como lo dijo el cirujano mientras se cambiaba de camisolín para entrar a otra cirugía.
Realmente Don Anselmo mejoró, aún seguía sintiendo aquellos molestos síntomas pero por suerte el "problema" había sido barrido y eso no era poca cosa. Aparecieron luego algunas nuevas molestias en la zona de la cirugía, comenzó a tomar nuevos medicamentos que debería tomar "de por vida" y pasó varias noches sin poder dormir causa del stress postquirúrgico que ya pasaría, como le dijo su médico, pero todas cosas menores que se deben pagar en la lucha por la salud...
Frente a una propuesta terapéutica es conveniente plantearse tres preguntas:
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¿En qué consiste la estrategia en cuestión?
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¿Cuáles son los riesgos que conllevan esta práctica?
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¿Qué probabilidades reales existen de lograr la cura?
En el modelo médico actualmente imperante, donde el paciente es "paciente" y " pasivo", sin injerencia alguna sobre su proceso llamado enfermedad, estas tres preguntas no tienen lugar a ser formuladas porque es tal el grado de expropiación que sufre el individuo de su propia salud, que ni siquiera está en mente la posibilidad de plantearse el interrogante.
En el mejor de los casos, cuando existe un intento del individuo de manejar su proceso de salud-enfermedad, este planteamiento tiene lugar, debiendo la persona recurrir a alguien "idóneo" en el tema, tema en el cual el individuo es totalmente ignorante e incapaz de tomar resolución alguna, falacia esta que el propio sistema médico y social se encarga de mantener y reforzar. Es aquí entonces, cuando el sistema recae una vez más con todo su poder autoritario y represivo "encausando" a esos insurrectos que pretendían tomar parte y dirigir sus propias vidas.
En este contexto planteado, el individuo, dista de ser una víctima. No existen víctimas ni victimarios. Se es víctima y victimario a la vez. El hombre es actualmente víctima de su propia creación. Hablamos de responsabilidades.
La sociedad está enferma. Pruebas de esto están a la vista diariamente. Y el hombre sufre víctima de esta sociedad enferma, pero... el hombre es quien forma la sociedad.
El sistema médico es una creación del sistema social vigente.
Este sistema social, intencionalmente creado, está dirigido a la enajenación del individuo, en un ataque constante y desde diversos flancos, a la individualidad del hombre, a su singularidad, a su libre pensar y sentir.
La manipulación es muy grande y feroz. Los medios de comunicación masiva son un fiel reflejo de esto.
El sistema médico es una muy poderosa herramienta utilizada con el objetivo que el sistema social persigue.
La sociedad se ha ido erigiendo alrededor de pilares que la encierran.
La educación institucionalizada, la religión y la salud son tres de estos pilares que encierran a una sociedad.
A través de la educación y de la religión es posible inculcar ideas, formas de pensar, adoctrinar, meter miedo.
El miedo es una de las piedras fundamentales de esta construcción diabólica.
La educación y religión institucionalizadas, lejos de incentivar el desarrollo personal, singular e individual de cada persona, lejos de ser incentivos para lograr la vivencia de lo Universal, lejos de ser puente que nos lleve a nuestro interior, se han convertido en sistemas que homogeinizan, que normatizan, que infunden temor, culpa. Vivimos en la cultura del pecado. ¿Qué prueba más convincente de la manipulación de la que somos objeto, que el depender de una institución para que nuestros pecados sean perdonados y nuestra alma salvada?
Los sistemas de salud constituyen también otro de estos nefastos pilares.
Estos han conseguido expropiar al hombre de su propia vida y de los procesos que esta conlleva.
Aquí aparece una vez más el miedo como elemento fundamental en su construcción. El miedo a la enfermedad, el miedo a la muerte, ... el miedo a la vida.
Lucrando con estos miedos la industria farmacéutica y la industria de las medicinas de alta complejidad, crecen día a día, alimentándose de un sistema que se debilita cada vez más y más.
Todo gira y la vida también.
Estas industrias, grandes vampiros de la sociedad moderna, se encargan de mantener su fuente de sustento, haciendo calar cada vez más hondo el miedo, la expropiación y con ello la necesidad de recurrir a sus bondadosos, oportunos y salvadores productos que salen a ofrecernos.
Entonces, la Salud ¿dónde ha quedado?. De esto se trata, la salud entendida como un proceso dinámico e individual de interacción con el Universo, y no como un estado de bienestar, no tiene el más mínimo lugar en este sistema.
Si podemos ver esto que aquí se plantea, en la sociedad, a nuestro alrededor, seríamos más cautelosos y responsables a la hora de hacernos y contestarnos las preguntas citadas al comienzo.